Trastorno Oposicionista Desafiante
Padres con frustración y agotamiento, ahora con un apoyo específico y contundente.
Tan solo el nombre de “Oposicionista Desafiante” predispone cuando en realidad las actitudes negativas, exigentes, dependientes, imponentes, explosivas, rígidas, acompañadas de rabia, alta susceptibilidad y resentimiento de estos niños o jóvenes son manifestaciones de algo más profundo y real: sentirse poco comprendidos y apoyados, temor a quedarse solos, de no poder manejar sus emociones y las circunstancias que viven a causa de experiencias manejadas de tal forma que dejaron un esquema de cómo es la vida, la gente y ellos mismos. Así el mal comportamiento es la prolongación de lo aprendido en los primeros años de vida.
Desafortunadamente su forma de actuar provoca en personas de su misma edad pero sobre todo en los adultos, prevención y control inadecuado pensando que lo que necesitan es “mano fuerte”. Curiosamente las reacciones de los adultos se convierten en un modelo a seguir. Responder con fuerza a un niño desafiante alimenta la misma conducta, ya que si los padres, docentes o figuras de autoridad se descontrolan y expresan como suele suceder “No sé qué hacer con usted”, el menor entra en un estado de angustia existencial, ya que la persona a cargo no le puede brindar la seguridad y contención que necesita, sintiéndose nuevamente ansioso, perdido e incapaz de encontrar otra salida que no sea hacer lo mismo que hace su adulto de referencia.
Aunque todo ser humano necesita retroalimentación sobre lo que está bien o mal, hay que saber hacerlo. Centrarse en lo negativo de la persona lo refuerza, ya que lo asocia con lo que se piensa o se espera de él. Exaltarse, gritar, criticar y señalarlo no solo genera rencor sino que afecta la valoración personal de un ser que está en proceso de formación y que lo que necesita es orientación. Por su parte, el castigo físico se convierte en un modelo totalmente negativo para enfrentar las situaciones difíciles. No enseña lo que “se debe y no se debe”, sino que merece recibir daño, convirtiéndose en una programación en su vida. De tal forma que decirle en forma educada, tranquila, serena y corta por qué no es conveniente manejar las cosas de determinada forma, ofreciéndole alternativas para una próxima ocasión, no refuerza conductas disruptivas, al contrario facilita su extinción, ya que le ofrece un camino a seguir.
Con este fin es fundamental orientar a quienes participan en la vida de estos chicos para que adquieran estilos de disciplina apropiada y eviten patrones punitivos de corrección, replanteando lo difícil como una oportunidad para manejar en forma diferente y asertiva la situación, modelando así la actitud que se desea en él.
Un contexto claro, firme, pero sobre todo respetuoso brinda un ambiente tranquilo, seguro y armonioso para crecer.
LOS ADULTOS ACOMPAÑANTES DEBEMOS:
· Cambiar las discusiones repetitivas y agotadoras por el mantenimiento de la calma, mostrando cómo controlar respetuosamente una situación.
· Cambiar lucha de poderes por el reconocimiento adecuado de comportamientos positivos. Si el necesita llamar la atención que sea frente aspectos positivos. Desarrollar la habilidad de ver las actitudes deseadas, los logros obtenidos, el control logrado, a través de una corta, pero auténtica felicitación, donde el niño o adolescente sienta que vale la pena el esfuerzo.
· Cambiar el enojo por sentimientos auténticos hacia los hijos: amor, comprensión, satisfacción, admiración.., tanto en momentos difíciles como en momentos donde se comparte la diversión y se disfruta con ellos.
· Cambiar terapias interminables con bajos resultados por un proceso eficaz como el NEUROFEEDBACK , entrenamiento Interactivo que retroalimenta visual y auditivamente al cerebro, para que establezca un nuevo patrón que beneficie no solo condiciones emocional y comportamentales, sino su desarrollo cognitivo mejorando en forma motivada su desempeño escolar, social y familiar.
El éxito depende en poner verdaderamente en práctica lo recomendado y mantenerlo en el tiempo, ya que en muchas ocasiones los esfuerzos para obtener un verdadero cambio no son lo suficientemente apropiados o consistentes, de tal forma que se tiende a mantener aquellas formas de comunicación y de relación que incentivan inconsciente o conscientemente el desafío.
No esperes que tu hijo cambie, muéstrale con tu actitud cómo hacerlo.



